2. Tomates
Los tomates no hacen buena pareja con su frigorífico, ya que el proceso de refrigeración deteriora drásticamente su sabor, pero ¿sabía que en realidad también hace que cambie su genética?
Según un estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias, cuando los tomates se conservan a temperaturas inferiores a 68 grados, ¡los genes que hacen que la fruta sepa a tomate en primer lugar se desactivan!
Los tomates saben como saben debido a una combinación única de azúcares, ácidos y compuestos químicos aromáticos; y aunque los tomates almacenados en el frigorífico tienen la misma cantidad de azúcares y ácidos, contienen muchos menos compuestos aromáticos. La mayoría de los tomates producidos en el mercado de masas se conservan a bajas temperaturas antes de que usted los compre, lo que significa que cuando llegan a sus manos ya están listos para comer. Si los enfría en el frigorífico, empezarán a estropearse rápidamente y, en poco tiempo, ¡no le quedará más que un montón de aguanieve roja!
Esta es una de las razones por las que los tomates cultivados en casa o producidos en el mercado agrícola saben mejor: porque normalmente no han sufrido un proceso de enfriamiento que les hace perder ese delicioso sabor a tierra y hierba. Si ya ha cortado un tomate, guardar el fruto sobrante boca abajo en un plato puede ayudar a conservarlo – pero como somos grandes fans del sabor natural de un tomate, ¡todavía no recomendaríamos meterlos en la nevera!
